dissabte, 24 de setembre del 2011

El Ipad del Señor Diputado

Los nuevos diputados escogidos en las urnas el próximo 20 de noviembre podrán escoger entre un Ipad o un portátil y un Iphone o una Blakberry. Menos mal, alguien tan ocupado como un Diputado del Congreso necesita contar con ello. Es un kit necesario para sobrevivir en la Jungla política, aunque ya cuentes con un ordenador, personal asignado o existan en el mercado otros móviles que puedan realizar similares tareas a precios más económicos. Total, los pago yo. Esta menda que ha restringido sus llamadas al mínimo y pasa cada día tres horas en transporte público, deficiente por supuesto, porque ha tenido que escoger entre llenar el depósito del coche de gasolina o la nevera de comida.

Total, si les preguntas por qué un Ipad, que me parece un instrumento genial como el Iphone, en tiempo de crisis, te dirán que no tiene nada que ver. Si preguntas por qué esta semana se habla de recortar aún más el sueldo a los médicos y personal sanitario, te dirán que eso va en otra partida. Total, son médicos. Solo trabajan muchas horas y sólo intentan salvar vidas. Sólo tienen que decidir en 7 minutos si el paciente que ha entrado en la consulta con dolor de cabeza tiene tensión muscular o un tumor cerebral. Nada, no necesitan sentirse recompensados ni contar con recursos humanos y técnicos para decidirse a pedir una resonancia. Y quien dice médicos dice profesores y todos aquellos que por la crisis hemos ido rebajando el listón de derechos y sueños. Los parados, los autónomos y pequeños empresarios que arriesgan su dinero y son vampirizados mensualmente con impuestos y tributos. Total, eso va en otra partida de presupuesto.

El señor feudal ve que las cosas no van bien en la hacienda y, en un alarde de eficiencia, decide no dejar de comer lechón, ni ostras ni manjares diversos. Para ajustarse en tiempos recios ha decidido dejar sin cenar a la sirvienta. Total, ella no importa, solo es la que lava, plancha, cocina y lo hace todo. Ella no es la materia gris del engranaje de Estado. Ella no es nada. Ella está en otra partida. La partida que se ha quedado sin presupuesto.

En tiempo de crisis, las partidas mutan, se cambian, se ajustan. Cualquier ama de casa sabe que cuando falta un sueldo, la partida mensual destinada a cosmética, gimnasio, restaurantes y un largo etcétera de temas no básicos se reduce, se elimina. No importa que los pañales del bebé y la crema reafirmante estén en partidas distintas, se convierten en una. El bebé y su culito ganan al culito de mamá o papa, por fofos que se pongan. Y ganan a la cenita del viernes, al vinito del domingo, a la cervecita del martes.

La administración pública recorta servicios, sueldos y recursos. ¿Por qué no las dietas y sueldos de los que trabajan para nosotros aunque ya no lo recuerden? ¿Por qué no móviles más baratos y menos coche oficial?¿Solo vamos a pasar hambre nosotros? ¿Es necesario que un edil o concejal cobre 6.000 euros al mes más dietas? ¿No le basta con la mitad y ya estaría mejor pagado que la media?

Cualquier ama de casa lo vería. ¿Por qué no lo ven ellos? No dan para más o no les interesa.

Y si no es así, que me lo expliquen

Nota : Según parece, los diputados salientes, si quieren quedarse con los utensilios de trabajo usados; móvil, ordenador…etc deberán abonar 100 euros. Y si no los pagan, multa de 500 euros. ¡Solo faltaría! Encima, a low-cost.

dissabte, 10 de setembre del 2011

Un momento de silencio

Nos pasamos el día comentando y debatiendo polémicas artificiales. Sobre problemas que no existen en la calle, porque la calle es mil veces más rica y astuta que los periódicos y cualquier mente ejecutora con cargo público. La gente corriente sobrevive. Se relaciona. Se adapta. Olvida todas las polémicas que nutren las redacciones de medios de comunicación y que se retroalimentan. ¿De dónde surgen? ¿quién se las inventa? ¿están gestadas por aquellas cabezas que mandan y que necesitan carnaza para las elecciones?

Cada día nace y muere un titular. Los más arraigados en nuestros odios y flaquezas particulares sobreviven, ¿cuánto? ¿una semana? Y vuelta a empezar. Los periodistas, con tantos frentes abiertos, y a penas tiempo para meditar antes de escribir, siquiera nos percatamos de los balones que nos cuelan. Nos convertimos en cómplices ignorantes, pero cómplices al fin y al cabo, de este devenir de palabras, una tras otra. Sin sosiego. Sin pausa. Sin memoria. Sin poder detenerse a pensar en lo importante. Las noticias se nos quedan viejas nada más escribirlas. A los cinco minutos, siempre hay alguien que matiza, que contradice, que cambia el sentido... que borra lo anterior. El mundo de la información va rápido, eso es bueno, pero no se usa para lo importante.

Algún día, si borramos todos los titulares escritos y leídos a marchas forzadas, veremos el bosque. Y quizás, sólo quizás, podamos darnos cuenta de lo atomizados que vivimos y lo estériles que son algunas polémicas que surgen en las salas de reuniones de grandes estrategas, en las redacciones, en los despachos. Las alimenta el hambre de tertulia, el pánico a espacio en blanco, el horror vacui en un periódico. Y lo pagamos todos, porque no tenemos tiempo para pensar qué pensamos, para decidir y tomar la riendas de nuestras cabezas jibarizadas por aquellos que realmente mandan y no quieren que tomemos decisiones propias, ni usemos palabras propias y decidamos cambiar.

Aquellos que realmente mandan. No los que salen por la tele con cara de mandar y decidir. Los que realmente mandan, les han puesto ante la cámara y les dictan al oído.

Si callo un momento, les oigo dictar, pero para ello hay que detenerse y dejar la mente en blanco.