dimarts, 10 de gener del 2012

España, país de pongos

España está llena de pongos, como mi casa. Mis pongos son pequeños y baratos, comprados por amigos invisibles o por malos momentos en lugares extraños. Los pongos nacionales, sin embargo, son enormes y rotundos. Son pongos inmensos que albergan silencios y millones de euros enterrados en ladrillo. Tienen forma de aeropuertos infrautilizados, de vías de tren muertas, de mausoleos desiertos que homenajean a la ineptitud, centros destinados a congresos, edificios de oficinas condenados a la nada y a la mofa pública... a llenarse de de polvo y generar escarnio.
Visto así, hace gracia, ¿verdad? Si no fuera porque esos pongos nos cuestan la salud y el pan. Se han financiado sacándonos pedazos de alma y racionándonos la vida. Centenares de millones de euros pegados al asfalto gracias a la planificación de “mentes brillantes” que idearon paraísos sin vida. Se gastaron nuestro dinero, el que ahora clama al cielo que nos falta y ahora nos lo arrancan de las recetas, de las camas de hospital,de las listas de espera, de las escuelas, de las pensiones, de las prestaciones por el paro...
Y no solo fueron pongos caros de fabricar y construir. La avaricia de las mentes inmaculadas que los idearon, hartas de insensatez y ávidas de poder político, las pensaron para que costaran de mantener lo más posible... para que cada día se tragaran un poco más de lo que queda en nuestros desgraciados bolsillos sine die. Tal vez pensado en que del mantenimiento se hiciera cargo un amiguete, de mente también clara, y mano ávida y hambrienta...no sé, ya pienso mal de todo el mundo y veo corruptos por todas partes...
Los pongos no solo costaron miles de millones de construir y mantener, ahora también nos sangran las finanzas públicas, esas a los que socorremos nosotros vía recorte, subvencionándolos. Les pagamos a las empresas que los habitan para que resistan comiéndose los mocos, en soledad y no se marchen. Subvencionamos a actividades privadas y participamos en una sangría que durará para siempre. Nuestros hijos y nietos continuarán pagando por esos pongos inútiles, adalides de la ineficacia, la ineptitud y descerebro mientras ven recortados sus futuros.
Por favor, no los escondamos. Vistémolos siempre. Tengámoslos presentes. Sólo contemplando de cara, con pupila firme, esos estandartes de la inutilidad suprema podemos intentar no caer otra vez en la trampa. No repetir errores. Como si fueran monumentos a la negligencia.
Y a los que los mandaron construir, poned vuestras mentes frágiles y astutas a pensar para encontrarles utilidad o callad para siempre.

3 comentaris:

Manuel Márquez ha dit...

He tenido que buscar en Google (¿dónde, si no…?) lo que significaba eso de pongo. Ahora creo que ya tengo la idea clara de qué es un pongo. Y no puedo más que suscribir contigo lo que indicas acerca de la nefasta proliferación de ellos por España a lo largo de estos últimos años; el problema es que, a su sombra, o bajo su manto, además de corruptelas y latrocinios, se ha desarrollado todo un entramado (honrado y sin tacha) de economía vinculada, que ahora se ve estrangulada y a los pies de los caballos. Jodido, muy jodido el asunto. Y sí, habrá que aplicar escalpelo y bisturí, pero con cuidado, mucho cuidado, que, alrededor de las células cancerosas, hay muchas, muchísimas, sanas; no va a ser sencillo, no…

Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

Adrián Troncoso Rodríguez ha dit...

Hay que estar siempre alerta con los casos que describes pues capto un doble mensaje en tu post: 1º por un lado se han llevado un dinero que no es suyo y ello debilita las arcas públicas 2º por otro lado desmotivan a todos los ciudadanos honrados que pagamos nuestros impuestos con sudor, perdiendo autoridad para pedir sacrificios.
Un abrazo y ¡buena línea editorial!

José Antonio del Pozo ha dit...

muy bueno, mercé, tu neologismo, un país de pongos... de pongos mondongos, decimos
saludos blogueros fuertes