divendres, 4 de novembre del 2011

Soy culpable de la crisis

Lo ignoraba hasta ahora, pero una compañera de trabajo me lo dijo el otro día. Es culpa mía casi todo. El número de parados, el despilfarro de la gestión pública, el cierre de empresas… y todo porque me compré un piso y tengo una hipoteca. Según parece me tenía que haber conformado con un alquiler pero mis ansias de consumismo feroz me llevaron por el mal camino. A mí y a algunos de vosotros, que os llegasteis a creer con el derecho de ser propietarios, que andabais por ahí comprando queso Brie y teníais seis pares de zapatos. Vuestras ínfulas de grandeza y las mías nos han llevado a la quiebra absoluta. ¿Os pensabais que erais casi clase media? ¿hasta dónde creíais que ibais a llegar cenando una vez al mes fuera de casa?… por si no os ha quedado claro, seguro que sí a estas alturas de la crisis, se acabó la broma.

Vuestra fiesta duró poco. Ya nada va a ser lo que era. Incluso cuando esta crisis eterna termine, nada será lo mismo. Las cosas volverán a su sitio. Los ricos continuaran en el suyo y nosotros en el nuestro, bastante más abajo de donde nos creíamos que estábamos.

Mi compañera dice que nos dejamos cegar por los bancos. Nos pensamos que podríamos pagar y ahora nos han puesto en nuestro sitio. Poco importa que su alquiler mensual sea más caro que mi hipoteca y que yo, como muchos, nunca me pasara consumiendo… hemos pecado de inocentes, de ignorantes y de pobretones venidos a más con aires de clase media.

He oído ese discurso muchas veces. Esta mañana en la radio un tertuliano con la vida resuelta criticaba a las mamás que iban a buscar “hasta hace cuatro días” al nene al cole con un golf. ¡Qué barbaridad! ¿qué se creían? Y los que aprovechando el cambio euro-dolar hace pocos años había ido a New York y se habían comprado unos cuantos jeans… ¿pero esto qué es?

Según el tertuliano los cosas no estaban en su sitio y esta crisis las está colocando. Teníamos demasiados derechos y los pobres habíamos creído que todo el monte era orégano. Estos años de reprimenda colectiva nos servirán para recapacitar y darnos cuenta de que nos habíamos pasado de rosca, estábamos a punto de cruzar la linea roja que separa las clases… volvemos al otro lado de la barrera, nunca debimos abandonar nuestro puesto… ahora nos quedaremos en casa viendo telebasura y como mucho iremos al pueblo en vacaciones a exprimir a la familia… pagaremos penas usando el transporte público que va de pena porque el dinero para mejorarlo se invirtió en kilómetros de AVE y aeropuertos desiertos y nada transitados. Rebuscaremos en el bolsillo para darnos el festín de tomar un café en el bar de la esquina tentando a la suerte… si nos pilla nos deja un mes más sin probar Coca Cola (el único vicio que nos queda que no es de marca blanca) a purgar culpa!

Un poco más y casi nos creemos que somos alguien.

Me han abierto los ojos. Mientras escribo esto, me flagelo… Además debe de ser cierto porque los que me lo dicen son progres… aunque cobran mucha, mucha pasta cada mes, son lo que yo llamo pijos de izquierdas. Poseen la verdad absoluta y si te descuidas, te dan lecciones de solidaridad e ideología.

¿Los partidos de izquierdas han abandonado al pueblo? Ufff! No sé por qué pregunto, la culpa me corroe y no tengo ya ganas de nada.