divendres, 18 de novembre del 2011

¿Agoniza nuestra democracia?

Nos vamos a quedar sin democracia. Admitámoslo, la nuestra no es perfecta. A menudo no manda quien nos gusta y el que llega al poder, a veces se pudre, por etapas y se vacía de ideales y promesas. Pocas son las manzanas que se salvan de mácula, y las que se salvan, falsean realidades e inventan mundos donde sus palabras encajan… y sus mundos no son el nuestro. Sí, tenemos una democracia con carencias. Es cargante, farragosa y repleta de recovecos y poros por donde la porquería se filtra y alcanza el tuétano. Es arcaica, desgastada y chocha, muy chocha. Tiene tras de sí un séquito de detractores que la desgatan y un puñado de defensores que, a veces, le hacemos flaco favor. Algunos de los ilustres que se sientan en el Congreso no los quería yo encontrar en una calle estrecha, en plena noche o pedirles que me guardaran la cartera que tengo ya vacía, vaciísima … pero son míos. Tal vez no los elegí yo, pero fueron elegidos en las urnas por los que me rodean y sólo por ello, merecen respecto. Merecen el derecho a equivocarse y ser sustituidos en cuatro años. Y aún más, nos lo merecemos nosotros. Merecemos escoger, votar y equivocarnos o no. Y cambiar de opción y regresar de nuevo a la primera. Y si no nos gusta ninguna, crear una nueva y fracasar… el derecho a fracasar nos hace grandes, enormes… demócratas… Es el derecho a gobernar nuestras vidas y decir quién merece sentarse en la poltrona. ¿Vamos a continuar en democracia o vamos a perder ese privilegio ganado por nuestros padres y abuelos en pocos días? ¿Nos va a suceder como a nuestros vecimos italianos y griegos?

Ya casi no me importa si quién será escogido domingo en las urnas me gusta o disgusta. No me importa si es mi opción, lo que quiero es que gobierne y se ponga a trabajar para salir de este agujero pegajoso y agobiante. Lo que no quiero es que desde fuera, extra-muros de esta democracia imperfecta, alguien lo haga caer como si tirase un soldadito de plomo de la formación… y se cargue mi democracia, por arcaica y chocha que parezca. Porque es mía, es nuestra. Y nuestros malos o buenos son nuestros y somos nosotros quien decide si se van o se quedan. Nos lo recortan todo. Aún nos queda eso, una democracia cansada que agoniza y resiste. Es mía, nuestra. Agarrémosla por si se la llevan.